Soy opositora desde hace tres años y escritora desde hace mucho más tiempo, pero, profesionalmente, también desde 2018. Opositar es un proceso duro y solitario, con escasas oportunidades y todavía menos probabilidad de éxito. En este sentido, se asemeja a la carrera literaria. He avanzado en ambas poco a poco, hasta que he podido trabajar como profesora y ver algunas de mis historias publicadas a la vez.
Siempre he sido una persona fuerte emocionalmente; perdí mi hogar, la lejanía de mis únicas amistades, dejé un trabajo bien pagado para arriesgar por mi futuro, desde niña me convertí en una de esas amigas que escuchan a las demás, en vez de al revés, que ha intentado ser el hombro y el bastón. Nunca me ha importado, más bien al contrario; disfruto ayudando a los demás y anteponiéndoles a mis deseos.
Por eso, cuando poco a poco he sentido que ni siquiera podía controlar mis propios sentimientos, mis inesperadas ganas de llorar, de encerrarme, de no comunicarme…, me he asustado. Nadie es tan fuerte como para mantenerse estudiando tres años durante más de cinco horas al día, escribir veinte relatos y siete novelas, trabajar con adolescentes, sobrevivir a una pandemia y creer que todo eso no le va a afectar.

Este verano he empezado a reconocerme a mí misma que sí, que me ha afectado. Que tengo energía, pero no tanta. Y que tengo que ser mi propio bastón.
Por suerte, tengo familia y amigas y compañeros que me han devuelto las horas que pasé escuchándoles y que ahora tratan de hacer lo mismo conmigo. Y, afortunada, el papel en blanco también sirve como escuchante; escribir me ha servido como exorcismo de mi ansiedad.

Ahora estoy trabajando en la tercera parte de una trilogía histórica y tengo dos proyectos contemporáneos que la seguirán, a los que tengo muchas ganas de hincar el diente. En una semana, publico con Ediciones Freya una historia que significa mucho para mí, en parte porque representa el esfuerzo que hice y hago para que se escuche mi voz: Cielo Hendido. Viene acompañada de una edición y maquetación preciosa, mucho cariño y algunas novedades que desvelaremos poco a poco. ¡Me hace muy feliz! Estad atentos para no perderos nada, porque septiembre está a la vuelta de la esquina…
Y septiembre siempre ha sido enero para mí. Una nueva oportunidad, un comienzo sin mancha ni cargas emocionales a la espalda.
Una hoja en blanco que llenar de lo que quiera.
Nos leemos~